EL MOZO
MABEL
Entró muy despacio, me di cuenta de que rengueaba, el suéter combinaba con las medias, está tan viejo, tan demacrado, suspiré un largo rato, él no me vio.
El perfume llegaba hasta la mesa, le brillaba el rostro afeitado hasta la piel, eso me encantaba, Norberto se tardaba tanto en el baño y Luis, diez años después, pasando delante de mí.
La cara arrugada y los párpados caídos no nublaban sus ojos celestes tan claros; pasitos cortos, ayudado por una señora mayor, por detrás. No me reconoció, Vieja Lavanda Fulton, ese es el perfume, sigue usándolo.
Algo me aprieta el pecho, choco con un pasado arrugado en el presente. Será que yo me siento tan joven, tengo mis arreglitos pero siempre tuve buena piel.
Qué lástima que no me vio.
LUIS
Se cree que no la veo, desde que dejó la ciudad debe haber pasado más de quince años, llevo diez desde el accidente. Quede tullido pero no boludo, se le notan las tetas hechas, siempre estuvo fuerte la tana lástima que está sentada, tenía un culo que era un canto a la vida.
¡Puta estas sillas! No ven que no paso.
Se tiñó de rubio, seguro está con un pendejo. No sé por qué no deja de mirar, se llega a dar cuenta Elvira y le tengo que explicar toda la historia. Mi viejita, menos mal que la tengo.
Podrían haber puesto el baño más cerca, carajo, y esta pierna. Ah ahí viene el quía, no debe tener ni treinta años, que se cuide, yo siempre fui muy fuerte y así me dejó.
¿Y si me acerco un poco? Podría escucharle la vos al menos, no, mejor me hago el distraído, capaz que todavía me cautiva, encima.
Ojalá le vaya bien.
EL MOZO
¿ Vos no te acordás? Venían siempre, ¡el turco Luis tenía una pinta! Todas las minas lo querían voltear, andaba en una cupé Torino que era un fierro. Se encontraban acá, en el café, yo los atendí mil veces, llegaban temprano, después se ve que iban al telo y aparecían como a las cinco de la mañana.
El turco tomaba café con canela y la tana le echaba trocitos de chocolate y miel, para mí que la combinación le redondeaba el traste ¿ te acordás lo que era? No se podía creer.
Cómo la pagó el turco con el golpe de presión, mirá que era vago, no dejaba títere con cabeza y ahora no puede ni llegar al baño solo.
Cómo pasan los años, aunque te digo que la tana esta para darle, pero se nota que está toda recauchutada.
Bueno ¿Hacemos la caja?, ya terminó mi turno.
Entró muy despacio, me di cuenta de que rengueaba, el suéter combinaba con las medias, está tan viejo, tan demacrado, suspiré un largo rato, él no me vio.
El perfume llegaba hasta la mesa, le brillaba el rostro afeitado hasta la piel, eso me encantaba, Norberto se tardaba tanto en el baño y Luis, diez años después, pasando delante de mí.
La cara arrugada y los párpados caídos no nublaban sus ojos celestes tan claros; pasitos cortos, ayudado por una señora mayor, por detrás. No me reconoció, Vieja Lavanda Fulton, ese es el perfume, sigue usándolo.
Algo me aprieta el pecho, choco con un pasado arrugado en el presente. Será que yo me siento tan joven, tengo mis arreglitos pero siempre tuve buena piel.
Qué lástima que no me vio.
LUIS
Se cree que no la veo, desde que dejó la ciudad debe haber pasado más de quince años, llevo diez desde el accidente. Quede tullido pero no boludo, se le notan las tetas hechas, siempre estuvo fuerte la tana lástima que está sentada, tenía un culo que era un canto a la vida.
¡Puta estas sillas! No ven que no paso.
Se tiñó de rubio, seguro está con un pendejo. No sé por qué no deja de mirar, se llega a dar cuenta Elvira y le tengo que explicar toda la historia. Mi viejita, menos mal que la tengo.
Podrían haber puesto el baño más cerca, carajo, y esta pierna. Ah ahí viene el quía, no debe tener ni treinta años, que se cuide, yo siempre fui muy fuerte y así me dejó.
¿Y si me acerco un poco? Podría escucharle la vos al menos, no, mejor me hago el distraído, capaz que todavía me cautiva, encima.
Ojalá le vaya bien.
EL MOZO
¿ Vos no te acordás? Venían siempre, ¡el turco Luis tenía una pinta! Todas las minas lo querían voltear, andaba en una cupé Torino que era un fierro. Se encontraban acá, en el café, yo los atendí mil veces, llegaban temprano, después se ve que iban al telo y aparecían como a las cinco de la mañana.
El turco tomaba café con canela y la tana le echaba trocitos de chocolate y miel, para mí que la combinación le redondeaba el traste ¿ te acordás lo que era? No se podía creer.
Cómo la pagó el turco con el golpe de presión, mirá que era vago, no dejaba títere con cabeza y ahora no puede ni llegar al baño solo.
Cómo pasan los años, aunque te digo que la tana esta para darle, pero se nota que está toda recauchutada.
Bueno ¿Hacemos la caja?, ya terminó mi turno.
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