LONDON
Se pueden usar palabras para no decir, pero no se puede gritar tan fuerte como para callar las muertes de Irak.
Compinche de Satán luce de lujo con casco y de marrón, será fiesta de mendigos el banquete de cabezas cuando los días sean de no contar, lombrices negras en la sal.
La TV confunde, la radio marea y no hay dios en el desierto.
Estallan las venganzas en el mundo y siguen llorando a la luna los muertos de Irak.
Reinas de manteca, líderes tuertos y el gigante de oriente siempre dormido.
Mueren latinos en las torres, en los trenes y colectivos, muchos latinos.
Los elegantes conquistadores lloran lágrimas de hielo, el olor de la sangre coagulada y pólvora les hincha el pecho y danzan el ritual de nacionalismo.
En el costado y abajo del mundo los miramos atentos, pero nosotros vivimos en otra guerra,
la de nosotros contra nosotros.
Compinche de Satán luce de lujo con casco y de marrón, será fiesta de mendigos el banquete de cabezas cuando los días sean de no contar, lombrices negras en la sal.
La TV confunde, la radio marea y no hay dios en el desierto.
Estallan las venganzas en el mundo y siguen llorando a la luna los muertos de Irak.
Reinas de manteca, líderes tuertos y el gigante de oriente siempre dormido.
Mueren latinos en las torres, en los trenes y colectivos, muchos latinos.
Los elegantes conquistadores lloran lágrimas de hielo, el olor de la sangre coagulada y pólvora les hincha el pecho y danzan el ritual de nacionalismo.
En el costado y abajo del mundo los miramos atentos, pero nosotros vivimos en otra guerra,
la de nosotros contra nosotros.
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